¿Alguna vez te has preguntado cómo algo tan simple y cotidiano como el inodoro se inventó?
En la actualidad, no es tan sencillo imaginarnos cómo se llevaba a cabo la actividad de ir al baño en otras épocas; sobre todo si no existían los inodoros como los conocemos hoy en día.
Podemos comenzar hablando del sistema de baños comunitarios usado en la antigua Roma: un sistema de letrinas públicas que se llevaban los desechos a cloacas subterráneas. ¡Nada mal! sin embargo, ese sistema dejó de usarse tras la caída del Imperio Romano.
En los siglos siguientes, lo normal era el uso de letrinas. Por lo regular, las letrinas se encontraban en casetas fuera de los edificios principales, no obstante esto abría paso a otra problemática, ¿qué pasa si necesito ir al baño de noche? Era un problema común que tuvo una solución muy simple: el uso de cuencos y bacinicas ubicadas a un lado de la cama; simplemente había que vaciarlas por la mañana. El problema era que, la gran parte de las veces, las vaciaban ¡por la ventana!. Lo anterior atrajo muchos problemas de salud y de higiene general.
Era obvio que se necesitaban mejorar las condiciones de higiene de las ciudades. La contaminación tanto de los espacios, como de los ríos donde se solían verter los desechos sin más cuidado, así como la gran variedad de enfermedades causadas por la disposición de los desechos se estaban volviendo un problema difícil de ignorar. Siglos después, en 1596, el inglés Sir John Harrington tuvo la idea del prototipo de un inodoro. Su diseño contaba con un depósito de agua y funcionaba al descargarlo con una cadena. A pesar de ello, el diseño no se patentó, ni se popularizó.
No fue sino hasta casi dos siglos después, en 1775 cuando el inglés Alexander Cummings retomara y mejorara la idea de Harrington; patentando así el primer inodoro moderno. La premisa para su función era la misma, pero le añadió un elemento clave que permitió su instalación dentro de hogares: el sifón, una tubería en forma de “S” que le permitía a una barrera de agua limpia funcionar como una especie de cierre hermético para evitar el paso de malos olores. A partir de entonces el inodoro no dejó de ser perfeccionado y producido en serie; en 1849, por ejemplo, Thomas Twyford fabricó y presentó los primeros inodoros de cerámica de una sola pieza, muy parecidos a los de la actualidad. Posteriormente el inodoro se fue normalizando y prácticamente su presencia se hizo obligatoria en los hogares. Su uso significó un crecimiento tecnológico e higiénico.
El inodoro en esencia sigue siendo el mismo, sin embargo, gracias a los desarrollos tecnológicos actuales, podemos encontrar una gran variedad de diseños y opciones. Un ejemplo de lo anterior es el avance y la preocupación por la importancia de un diseño de inodoro ecológico y ahorrativo para la muy necesaria conservación y el cuidado del agua. ¡No olvides visitarnos! En El Surtidor podrás encontrar el inodoro que mejor se adapte a tus necesidades.